Amor oxidado

Resultaba curioso leer la cantidad de cosas que la gente es capaz de escribir en la puerta de un servicio público. Mientras me relajaba en la tranquilidad de mi silencio, me hacía gracia leer las ocurrencias de algunos “poetas de váter”. Desde el típico “Te quiero Claudia” hasta alguna semi-reflexión profunda del tipo: “Dicen que tendremos el cielo que en la Tierra nos ganemos, pero el premio siempre es triste porque tienes que morirte para que un día lo disfrutemos.” 
Mientras sonreía por lo que acababa de leer, me subí los pantalones y tiré de la cadena. Salí a la zona de lavabos y froté mis manos de forma mecánica mientras me miraba en el espejo, roto y lleno de pintadas. Leer más »