El secreto del Barquito

“Había una vez un barquito chiquitito; había una vez un barquito chiquitito que no podía, que no podía, que no podía navegar.

Pasaron un, dos, tres, cuatro, cinco, seis semanas; pasaron un, dos, tres, cuatro, cinco, seis semanas y aquel barquito, y aquel barquito, y aquel barquito navegó”.

A ver, paremos un momento, todos conocemos esta canción popular, pero detengámonos en la letra de esta historia. Es simple, muy simple, demasiado simple. De hecho, es tan simple que da la impresión de que falta algo.

Por eso me puse a investigar.

Lo primero que noté fue la escasez de datos que se ofrecen. El barquito no navega porque no puede y ya está. Más adelante ya puede, así de sencillo. Parece lógico que, si realmente le ocurría algo a ese barco, si estuviera averiado, eso se mencionaría. Es información importante, así que resultaría extraño que se omitiera. Además, las canciones populares nunca han tenido problema alguno en desvelar causas, incluso si están mal vistas por la sociedad. Por poner un ejemplo, todos sabemos el motivo por el que “la cucaracha ya no puede caminar”.

Teniendo en cuenta todo esto, podemos inferir de la canción que al barquito no navega por causas externas. Existe un problema ajeno a él y lo único que pasa para que se solucione es el tiempo. En este momento llegó a mi mente la idea absurda de que ese barquito podía tener algo que ver con el presidente Rajoy, ya que ambos actúan bajo el mismo patrón: no hacer nada y dejar que el problema se solucione solo en algún momento. Tardó concretamente un mes y medio según los datos que poseemos.

Evidentemente, deseché este pensamiento enseguida, puesto que no tenía ninguna prueba y traté de centrarme en algo que tuviera más lógica. La primera posibilidad que barajé en ese momento era que quizás el barco esté parado porque su dueño haya estado ese tiempo de vacaciones. Con esto se soluciona el enigma de la manera más simple, pero, no sé, pienso que hay una historia mucho más intensa escondida en esta canción.

¿Quién compondría una canción sobre un barco inactivo en el periodo estival? Además, si eso ocurriera, ¿por qué tanto empeño en individualizar la nave? En la canción especifica dos veces que “había una vez un barquito”, así que no parece que con eso se quiera indicar que era algo habitual que ocurría anualmente. Tuvo que ser algo más especial y, sospecho que secreto. Si no, aparecería en la canción y aquí están ocultando algo.

Recurrí a la Wikipedia, pero, desgraciadamente, no aportaba ningún tipo de información interesante. Esto me defraudó mucho, sin ella me sentía perdido y no sabía qué hacer o cuál debía ser mi siguiente paso. Desesperado, cometí la imprudencia de alcanzar la página diez de Google sin descubrir nada nuevo. Se me estaban acabando los recursos e incluso llegué a pensar que todo esto me quedaba grande y era mejor derivarlo a profesionales. Pero no quería rendirme y me agarré a un clavo ardiendo, a la única hipótesis que, por muy aleatoria que fuese, no había podido refutar: Rajoy.

Así obtuve un punto de partida que era más bien una apuesta arriesgada y sin sentido. Pero bueno, con esto de la transparencia ahora hay un exceso de información pública y eso me dio para estar varios días entretenido analizando las declaraciones de la renta del Presidente del Gobierno y revisando los fondos que tiene invertidos en distintas compañías en bolsa. Aprendí mucho, pero no hallé nada útil, así que continué investigando líderes de partidos políticos. Llegué a la conclusión de que ninguno había tenido demasiado interés por la navegación. A lo mejor les vendría bien un viajecito en barco a todos juntos, pero un barco como el de la canción, chiquitito, que el roce hace el cariño.

Volviendo al asunto principal, mis siguientes objetivos fueron los ministros en funciones (eternamente), más que nada por continuar por la senda que había marcado al principio. Si en aquel momento ya hubieran estado publicados los “Papeles de Panamá” yo habría ido directamente camino Soria, pero aún quedaban un par de semanas y primero pasé por la vicepresidenta y algunos ministros de estos a los que se les tiene manía en general, como Montoro o Wert. Pero no, era el Ministro de Industria el que tenía más papeletas de ser el sujeto omitido de la canción. Yo, en este momento, continuaba dando pedradas al aire a ver si le daba a alguien y acertaba, pero, realmente, no tenía ninguna prueba. Me lo estaba tomando como un juego y sabía que siguiendo esta pesquisa podría subir de nivel. Al fin y al cabo, investigar ministros al azar nunca está de más.

José Manuel Soria ha sido muchas cosas: ministro, también alcalde de Gran Canaria, presidente del Cabildo de esta isla y en estos últimos días ha sido casi candidato a director ejecutivo del Banco Mundial. Pero, además de todo esto y de sacar las oposiciones de Técnico Comercial del Estado, trabajó en su empresa familiar de exportación de tomates y otras frutas y verduras canarias. Aquella debió de ser una etapa muy bonita en su vida, quién sabe si alguna vez llevó aquel barquito con el que emprendió su padre aquella honorable manera de ganarse la vida. Pero, ¿qué pudo pasar a aquella empresa para que su barquito no pudiera navegar?

Continué indagando y vi que comerciaban mucho con el Reino Unido. Ese país era su principal cliente. Allí, contactaban con una empresa llamada Oceanic Lines que se encargaba de la comercialización de la materia prima. No pude investigar mucho sobre ellos, no encontré suficiente información. Por ese motivo, me lancé a la aventura y llamé directamente al Ministro. Evidentemente no tenía su teléfono, pero a fuerza de insistir, conseguí hablar con él. Soria es un tipo accesible. En la conversación, me dijo y me repitió que todo era absolutamente falso y que debía de haber habido algún error. En aquel momento me extrañé de su respuesta tajante, pero luego vi por la televisión que, cuando no sabe bien qué contestar, directamente niega la mayor.

No sabía bien qué hacer entonces, pero estaba enganchado ya a esta aventura, así que me puse a contactar con redacciones de periódicos para conocer si allí tenían alguna información extra o si querían ayudarme. Y en El Confidencial sabían cosas, muchas cosas. Me contaron que estaban realizando una investigación sobre paraísos fiscales a nivel internacional que se iba a publicar en breve y que el nombre de José Manuel Soria aparecía. Pues allá que me fui a ayudarles con la investigación para saber, de una vez, por qué narices el barquito estuvo un mes y medio sin navegar.

Las Bahamas es un hermoso lugar para crear una filial de tu empresa británica de comercio de frutas. Es un lugar paradisíaco en el que pasar unas fantásticas vacaciones y que, además ofrece unas condiciones fiscales ideales para cualquier negocio que tenga aspiraciones de futuro. Solamente había un problema entre mi información y la que me ofrecieron desde el periódico. Yo conocía Oceanic Lines, pero esta empresa se llamaba UK Lines Limited. Esto ya empezaba a ser realmente sospechoso.

El Confidencial y La Sexta comenzaron a publicar aquellos papeles y Soria continuaba negando la mayor. Mientras tanto, yo estaba avanzando en mi investigación particular, sabiendo que estaba muy cerca de llegar al final de este misterio. Finalmente, lo logré: Oceanic Lines era una empresa creada en sustitución de la anterior con una estructura que le permitía pasar de forma más desapercibida y así enmendar los pequeños errores y cabos sueltos que habían dejado en UK Lines Limited. Por eso la habían pasado por alto al revisar los papeles; no parecía sospechosa.

Todo esto desató una crisis política muy importante en el PP que acabó con la dimisión del Ministro y el periódico se llevó el mérito de la investigación, pero a mí todo eso me daba igual. Estaba a punto de localizar el dichoso barquito y saber qué le ocurría para no poder navegar. Era realmente un barquito chiquitito, el más pequeño y el más antiguo de la flota, aquel con el que el padre de Soria había iniciado su empresa, el María Eugenia. Esta nave siempre les había acompañado y no les fallaba. Le tenían un cariño especial en la familia, era todo un símbolo para ellos. Pero, además de un símbolo, estaba ligada íntegramente a la empresa UK Lines, tal y como exigía la legislación inglesa y el proceso de desanexión requería demasiado papeleo y más tiempo del que habían calculado, de manera que estuvo alrededor de seis semanas varada en el puerto de Las Palmas.

Ese debía de ser el barquito del que hablaba la canción, pero no tenía ninguna prueba que relacionara ambos asuntos, solo una bonita historia, así que volví a llamar al exministro cuando ya se calmó la situación y fue él quien terminó de desvelarme el secreto. El María Eugenia era navegado por su primo Julio, un hombre que se tomaba la vida como si fuera un chiste y que aprovechó para componer una pequeña canción sobre el asunto para cantarla de vez en cuando con su guitarra. Evidentemente, aquel trabajo artístico no podía ver la luz sin sufrir una terrible censura que lo convirtió en lo que conocemos hoy en día. Fue una canción tan simple y tan pegadiza que en pocos años se conocía en todos los países de habla hispana. Soria me dijo que la versión original de la canción no existe, la hicieron desaparecer completamente. Me habría gustado mucho haberla escuchado o haber visto, al menos, la letra, pero eso jamás será posible. Sin embargo, tras mucho esfuerzo, ha podido salir a la luz el secreto del barquito y quiénes fueron los verdaderos protagonistas de aquella historia.

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