Oda a la infancia

En mi tarjeta de visita soy un presidente de empresa. En mi mente soy un programador de juegos. Pero en mi corazón soy un gamer.

Mi cabello no es dorado, pero tengo ropajes verdes y mucho valor. No me gusta el chicle, pero adoro esa bolita rosa con sus blandos mofletes. No tengo ningún hermano, pero si lo tuviera, yo iría de rojo y él de verde. Desearía tener una camiseta de rayas azules y amarillas con una gorra roja; y un compañero llamado Lucas. Querría tener un ratón amarillo por mascota; o en su defecto un dinosaurio verde. Viajaría por el espacio haciendo barrel roll y tendría un traje naranja que se transformaría en una morfosfera. Me enfrentaría a los enemigos en trepidantes batallas de globos y volaría por el cielo batiendo mis alas de ángel.

Entonces no sería un niño, sino el Héroe del Tiempo. O quizás no sería un héroe, pero rescataría princesas de sus castillos. Entonces no tendría una mascota, sino más de 150; y combatiría en el espacio, a pesar de ser mujer.

En realidad, no me hace falta desear…

…porque tú me los has dado todos.

En memoria de Satoru Iwata.

Gracias por hacer de nuestra infancia una época llena de sueños e ilusiones.

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Escrito por Alegría Jiménez

Se armó el belén

Summary: Imagina que estás en La Campana. Sentado en una mesa de la cafetería de La Campana en pleno centro de Sevilla, disfrutas de una relajante tarde, un buen café y una temperatura agradable para ser invierno. Entonces, por la esquina de la calle Sierpes aparece un hombre que atrae tu atención. Y te dedicas a observar la escena que acontece delante tuya.

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Pobre infeliz

Pobre infeliz el que se atreve,
con temor infinito,
a pensar siquiera en ello.

Pobre infeliz el que se alegra,
con oculta sonrisa,
ante aquel suave roce.

Pobre infeliz el que suspira,
con el corazón en vilo,
por un amor correspondido.

Pobre infeliz el que te besa,
con dulce ternura,
ante el amor revelado.

Pobre infeliz el que te mira,
con titubeante felicidad,
sin atreverse a sesgar el silencio.

Pobre infeliz de mi persona,
quien con solemne promesa,
se sintió dichoso
de regalarte su vida.

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Escrito por Alegría Jiménez

El párroco

Summary: Ramón Martínez era un señor mayor que vivía en un pueblecito de la Vega del Guadalquivir. Jubilado prematuramente, pasa los días dejándose llevar por la rutina de su vecindario. Sube a la azotea de su edificio y se dedica a contemplar lo que la calle quiera ofrecerle ese día para matar el aburrimiento.

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