Silencio. La clave es pasar completamente desapercibido. Llevo años subiendo a los montes algunas noches en busca de animales salvajes. Suelo ir a por jabalíes, corzos y algunos lobos, pero esta vez aspiro a un botín mayor: el águila real. He estado ya algunas semanas siguiendo sus huellas y estoy seguro de que hoy, al fin, va a ser mía.Leer más »
El mito de Perséfonde
—¿Conoces el mito de Perséfone? –le pregunto a mi compañera de viaje, alguien que no sabía nada de mi existencia hasta hace veinte minutos, cuando arrancó el tren.
Niega con la cabeza, aunque ya esperaba esa respuesta. Yo también esperaba que contestara eso, la verdad.
—Era la hija de Deméter y Zeus, una cría, de tu edad más o menos. Su madre era la diosa del clima y ella de las cosechas. Un día Hades, que pasaba con su carro por donde su sobrina jugaba con sus amigas la vio y se enamoró de ella.
Escalera
Nota de la autora: poema inspirado en la canción Que me alcance la vida de Sin Bandera, con un toque de la poesía de Don Antonio Machado.
Y solo quiero que
me alcance la vida
para demostrártelo.
Cuando subes y cuando bajas,
escalón a escalón
en camino,
espiral de emociones
en la escalera,
el portal entre tú y yo,
el timbre que resuena.
Tu recuerdo
Nota de la autora:
Al final de este comentario dejaré un enlace que te llevará a un texto narrativo. En él encontrarás el relato corto: «No pasa nada, él ésta conmigo», publicado con anterioridad en este blog aquí. Sin embargo, en esta ocasión lo utilicé para crear un relato interactivo, en el cual aparecen una serie de palabras señaladas en diferentes colores. Si cliqueas encima de ellas podrás acceder a otras ventanas en las que encontrarás: microrelatos, reflexiones, poesías, imágenes estáticas o en movimiento e incluso música. En todas estas nuevas ventanas hay una opción para volver de nuevo al relato y seguir leyendo.
Este texto no es un relato cualquiera para mí, pues habla del recuerdo, de la vida, de la esperanza, del dolor, de la familia, de la muerte y del amor fraternal que se siente por un ser querido que ya no está.
Haz click y vive la experiencia…Leer más »
Sólo quiero
Esto no es un poema, son plumas y saben volar.
Choice
Ya está todo dicho
Mis pies sobre la arena
Y el mar de fondo
Ya está todo dicho
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Pero hay otras realidadesLeer más »
Instrucciones para enfrentarse a los Siete Pecados Empresariales
Este ha sido un relato escrito por encargo para la Gala de Verano de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE) de Granada, cuya temática de este año son los Pecados Capitales. Para escribirlo me inspiré en un tipo de relato que me encanta del reconocido Julio Cortázar, las «Instrucciones». En este caso, las que tiene que seguir cualquier emprendedor para enfrentarse a sus siete mayores tentaciones.
¿Podría ser ella?
Repartiendo ingredientes sobre una fina masa, me preguntaba qué estaba haciendo con mi vida. Me veía casi en el mismo punto que estaba meses atrás, solo que más frustrado e impotente. A mi lado, en el lugar inmediatamente anterior y casi hombro con hombro, estaba Isabella. Ella amasaba las bases y yo las rellenaba y las metía directamente al horno. Llevaba varios años trabajando en la pizzería, prácticamente desde que llegó de Colombia enamorada de un español bastante mayor que ella. Vivían juntos y, aunque él trabajaba de comercial en una gran empresa, ella no había querido sentirse como una mantenida y trabajó “de-lo-que-sea” desde que llegó. Habíamos salido de copas alguna vez, siempre en grupo, pero no hablábamos demasiado. Tremendamente atractiva, guapa y de pechos enormes, era la sensación cada vez que nos reuníamos fuera del trabajo. Inevitablemente la mirábamos todos. A mí me resultaba bastante violento a veces y era capaz incluso de esquivarla por no tener un momento incómodo.
No podría escribir los versos más tristes esta noche
No podría escribir los versos más tristes esta noche,
No hoy cuando la boca me sabe a triunfo
(Y las manos a sangre).
Cuando lo ojos que te acechan sombríos
Buscan consuelo en gotas de día
Sabes que ha llegado tu hora.
Tampoco podría decir que fui mía
Y que tú, alguna vez, fuiste tuyo.
Las orejas traicionan porque escuchan tus propios latidos
Incluso por la mañana, con las resacas en los ojos y los dientes sin lavar.
No podría escribir los versos más tristes esta noche,
Porque esos ya los escribí y ninguno
(Pedazo de hijo de puta) hablaba de ti.