Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera
Como una historia del pasado ya olvidada, vuelvo a abrir las páginas de su novela. La
de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos
novela de la Maga. La que me quita el sueño y me encuentra sin buscarme. La que me
para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que
hace estar aquí, homenajeando, a mi modo, un capítulo de su Rayuela, de mi historia
mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad
de aprendizaje. Igual que Horacio, echando de menos a una Maga que no sé muy bien si
elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco
existe o si, por el contrario, la creé después de sentir una envidia inevitable por
comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano
el cobarde de Horacio.
te dibuja.
Sin querer caer en la soberbia de parecer un nuevo Morelli, le hago el más sentido de
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos
los homenajes. El homenaje humilde de quién piensa a la vez que lee. ¿Será posible
miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se
algún día plantear una historia como la suya? ¿Serán mis pedantes compañeros
superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y
tan envolventes como los suyos? Honestamente, lo dudo desde el momento en que
luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los
leo lo de la mirada de los cíclopes. Cuánto me queda para conseguir imaginar algo tan
dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y
visual y tan bello.
un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la
Imágenes que llegan a lo más profundo de mi ser y que me hacen darle una y otra vuelta
profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores
a las páginas de la desgastada novela que tengo entre mis manos. Manos que palpan las
o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es
letras. Ojos que se pierden entre las líneas. Oídos que evaden la ciudad para adentrarse
dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa
en aquella historia. Olor a papel mojado por la emoción y al sabor de las lágrimas que
instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo
afloran. Y es que, mientras sigo buscando a la Maga, me pierdo de nuevo en su
te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
Rayuela.