Capitulo 7

 

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera

Como una historia del pasado ya olvidada, vuelvo a abrir las páginas de su novela. La

de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos

novela de la Maga. La que me quita el sueño y me encuentra sin buscarme. La que me

para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que

hace estar aquí, homenajeando, a mi modo, un capítulo de su Rayuela, de mi historia

mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad

de aprendizaje. Igual que Horacio, echando de menos a una Maga que no sé muy bien si

elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco

existe o si, por el contrario, la creé después de sentir una envidia inevitable por

comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano

el cobarde de Horacio.

te dibuja.

Sin querer caer en la soberbia de parecer un nuevo Morelli, le hago el más sentido de

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos

los homenajes. El homenaje humilde de quién piensa a la vez que lee. ¿Será posible

miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se

algún día plantear una historia como la suya? ¿Serán mis pedantes compañeros

superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y

tan envolventes como los suyos? Honestamente, lo dudo desde el momento en que

luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los

leo lo de la mirada de los cíclopes. Cuánto me queda para conseguir imaginar algo tan

dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y

visual y tan bello.

un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la

Imágenes que llegan a lo más profundo de mi ser y que me hacen darle una y otra vuelta

profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores

a las páginas de la desgastada novela que tengo entre mis manos. Manos que palpan las

o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es

letras. Ojos que se pierden entre las líneas. Oídos que evaden la ciudad para adentrarse

dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa

en aquella historia. Olor a papel mojado por la emoción y al sabor de las lágrimas que

instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo

afloran. Y es que, mientras sigo buscando a la Maga, me pierdo de nuevo en su

te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

Rayuela.

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