“Quiero encontrar a alguien en quien reconocerme”,
escribía hace años,
con el cuello roto bajo el peso de las mentes
con más kilogramos
y
apenas sostenida por el aire vacuo
del día malo y
la pantalla en blanco,
de la luz azul
atravesándome los ojos y catodizando mis sinapsis,
dejando restos de sangre en la pared del sofá.
¿He encontrado a alguien en quien reconocerme?
Sigo preguntándome si mis grises pesan tanto.
Si es Verdad o mímesis de algo más alto,
de alguien más cerca y más alto.
Aristóteles nos obliga.
En respuesta a Antologías de Lidia Rodríguez (ochomilcuatrocientas)