Mi Querido Diario

Apenas recuerdo ya su cara. El frío me envuelve cuando lo intento, pero más porque en mi personalidad está el establecer poderosos vínculos con quien sea capaz de confiar en mí, que por un sentimiento amistoso real.

¿Quién soy? No es necesario que tenga un nombre realmente, aunque me solían, y me suelen llamar: Querido Diario.

A diferencia de para vosotros, para mí el nombre no es algo importante. Lo que es importante respecto a mí es lo que una vez llevé dentro: toda una serie de aventuras, secretos, mentiras, lágrimas, algo de alcohol y hasta babas de perro… Y sobre todo, una sucesión de inconfesables sucesos escritos a sangre fría. Aunque tal vez la sangre no sea el fluido corporal más exacto para la metáfora, pero utilizar el que sería apropiado podría resultar grosero, y eso es algo que no se puede permitir algo tan exquisito como yo. Nada menos que un tomo de edición muy limitada.

Afortunadamente, todo eso ya pasó. Estoy limpio. Y ahora mi interior solo se llena con letras bonitas que dibujan viajes a otros mundos, paisajes que quitan el sentido, poemas que emocionarían al diario de Lorca y proyectos, muchos proyectos tachados, y otros aún por tachar.

El cambio fue gracias a ella. Decidió justo a tiempo saltar de aquel barco que se hundía en mitad de la tormenta y arrancó de mis entrañas todas esas páginas escritas con letra irregular y renglones torcidos, como si se hubiesen garabateado en estado de ebriedad pero sin el como. Y si no lo estaba, lo fingía. Debido a esto ahora soy más delgado, más fino, pero también más ligero. Libre de la culpa, del remordimiento y de la impotencia que durante meses retorció mis solapas.

Y por eso, me siento capaz de abrir mis páginas y mostrar esa historia tatuada en mi piel.

Este relato trata sobre mi antiguo dueño y mejor amigo, Javi, y las infidelidades para con su prometida, Lidia. “¡Infidelidades!” diréis. “¡Vaya tema aburrido, o típico, o desagradable” diréis. Pero os aseguro que nunca habréis visto una historia como ésta, desde ésta perspectiva.

Yo también era el mejor amigo de Javi, y cada uno de los engaños que perpetraba los escupía sobre mí justo tras cometerlos. Como si fuese un fruto agridulce, él disfrutaba únicamente del carnoso y sabroso cuerpo, mientras que a mí me dejaba solo el amargo y áspero hueso.

Al principio yo no podía creer lo que palpaban mis páginas. Sentí asombro, y hasta cierto cosquilleo rebelde, pero al ver que la cosa no paraba, y que cada vez se ponía peor, y lo que pasó con Lidia… empezó a surgir la duda, luego el miedo, y al final la tristeza. Algunas de sus historias eran cómicas rayanas en lo ridículo. Creo que recuerdo una especialmente bochornosa, y un tanto inverosímil podréis pensar, pero si de algo estoy completamente seguro es de que a mí Javi jamás me engañó, antes se engañaba a sí mismo que a mí, y por eso, todo lo que cuente sobre él será la pura verdad. Cada palabra y cada letra. A ver, era la… sí, de hecho era el…

El gran Error.

Querido Diario, hoy he hecho algo de lo que me arrepiento muchísimo. Muchisisisísimo. Me siento como una mierda de caballo caliente chocando contra otra mierda. Jajaja. Ha sido por el ron. No sé qué ha pasado, pero de pronto estaba en una casa desconocida y tenía a Vanesa encima mía con esas pedazo tetas al aire. Yo no sabía dónde meterme, quise decirle que se quitara, que mi novia estaba en la puerta de enfrente, pero es que estaba tan emocionada que no podía pararla. Ya se la veía venir a la guarrilla.. Joder, ojalá no me acordase de nada… así sería como si no huviera pasado. Valiente mierda. Es solo un desliz, no debe enterarse. Pero supongo que también sentía que estaba compensando mi dolor por lo que me había dicho Lidia… esas cosas no se le pueden decir a un novio.

            Sé que es odioso leer un texto tan penoso de una persona en este extremo de degradación. Y aún continúa, pero sepan que es necesario para comprender la profundidad de los actos de este ex- mejor amigo.

Pero Vanesa… a ella sí que no sé cómo voy a mirarla después del ridículo que hice. Maldita sea. Ya que iba a ser infiel… joder, qué fuerte suena esa palabra. Pero mejor, así me duele más y no lo vuelvo a hacer.

Ya que iba a ser INFIEL, podría haberlo hecho en condiciones, y no lo que hice. Lo voy a poner aquí, Querido Diario, porque sé que hacerlo me ayuda a olvidarme, y porque como se lo cuenten al Pablo y éstos se ríen de mí hasta que muera. Me costó que se me lebantara.

Cuando finalmente conseguí un COHETE jajaja. Empezaron a subirme los cuatro últimos chupitos, todo me dio vueltas y tuve que quitarla de encima corriendo para vomitar.  Aún así, me dio otra oportunidad, pero yo ya no podía con mi alma, y en cuanto me levanté del sofá para ir a la ducha, perdí el equilibrio y me di un hostión contra el suelo.

Lo que ahora acontece puede sonarles harto inverosímil. Pero yo les aseguro por mi honor de edición limitada, que es la pura verdad, sino jamás me atrevería a expresarlo.

            Al despertar esta mañana, estaba tirado en el salón, con los pantalones por los tobillos y destrozado por dentro. Pero es que la muy zorra de Vanesa estaba haciéndome fotos con las tetas al aire. Me ha pedido cincuenta euros para borrarlas. La desgraciada, solo quería chantajearme.

            Me lo merezco. Es mi castigo por el pecado que he kome jajaja cometido. No volverá a pasar.

De vez en cuando, escribía alguna más detallada. Esas me hacían sentir cierta repugnancia, y por eso me las voy a ahorrar. Nunca comprenderé las relaciones humanas.

A veces, cuando el adulterio había sido especialmente placentero, o entraba en juego cierto remordimiento, o creía sentir algo más profundo por la otra hembra, las historias ocupaban más de diez páginas. Otras veces, ni una frase, apenas un nombre. Pero cada semana o cada dos semanas, sin falta, me abría la coraza y clavaba a golpes de pluma una nueva estaca en el ataúd de su romance con Lidia.

Error 2: Cynthia la del gimnasio.

Querido Diario, tú lo sabes de otras veces, si es que se veía venir. Todo el día mirándome, con  esos tops y pantalones ajustados. Claro, la primera salida del grupo del gym, unos tequilas de más y allí como cuando el instituto detrás de un contenedor de mierda. Creo que Lidia no sospecha… joder. Como se entere … no soportaría verla sufrir. Esta ha sido la última vez de verdad. Todo controlado.

¿Y por qué los apuntaba os preguntaréis? ¿Por qué dejar constancia de sus delitos a pesar del riesgo que suponía? En parte tal vez por desahogo, y la esperanza de que a mi alrededor hubiera una muralla invisible que impidiera a Lidia acercarse, abrirme y leerme. Pero puede que, incluso tal vez, por ese íntimo e irónico deseo de ser descubierto. Por esa falta de valor a reconocer sus adulterios o a dejar de hacerlos. Esa cobardía de dejarle el trabajo sucio de ver la realidad a otro.

Javi había oído muchas veces que hay que ser cuidadoso con lo que se desea, pero solo como una frase popular sin mucho significado para él.

Error 3: Lina la del inglés.

Querido Diario, el alcohol ha vuelto a  joderme…  o tal vez el remordimiento, pero no he podido terminar. No sé qué tienen las inglesas que me desquician.  No sé por qué sigo cayendo como un imbécil, si después no me soporto, y hasta me cuesta acostarme con Lidia y me siento fatal. Son ellas… que me buscan. Y si estoy borracho pues joder no controlo… A todo el mundo le pasa algo así de vez en cuando.

La anterior fue la última, este solo ha sido un desliz.

—Javi, esto que haces está muy mal —le dije en esa ocasión, y varias más adelante—. Tienes que contárselo a Lidia y arreglar esto, porque sabes en el fondo que no vas a dejar de hacerlo. Tienes un problema, querido amigo.

Pero él nunca me contestaba.

Lo que Javi no sabía era que en cada vez, después de que me cerrara y me escondiera, Lidia aparecía. Yo la veía la pobre… con unas ojeras, un ceño fruncido, un fuego en los ojos… Sus manos me apretaban demasiado al cogerme, sus lágrimas me dejaron empapado más veces de las que debería soportar cualquier diario, pero yo la perdonaba, porque me compadecía de su dolor. Estaba empezando a  convertirme en su amigo, y los amigos deben soportar esto.

Sin embargo, poco era, muy poco comparado con lo que debía aguantar el Diario de las Mariposas en el que ella escribía. Una tipa simpática, no de tanta calidad como yo, pero igualmente útil, que llegó al poco de empezar a salir Javi y Lidia. A ésta le dio algo de envidia sana la relación que Javi tenía conmigo, y le pareció muy buena idea, casi terapéutica, el tener cada uno su rinconcito de escritura y desahogo privado.

—Este cabronazo… —me clavaba las uñas sin dejar de llorar—. ¿Por qué lo hace? ¿No soy buena novia? ¿Y por qué me tortura dejando el diario por ahí para que lo vea? ¿Por qué no me lo dice?

Pero a pesar de sus mosqueos y sus impulsos repentinos de marcharse y dejarlo todo, el amor que Lidia sentía por Javi era muy fuerte, y en vez de enfadarse con él, como pensaba que habría hecho cualquier otra persona, lo que hizo fue quererlo más. Y su corazón no fingía, realmente estaba tan enamorada como cuando tenían veinte años, pero sí era cierto que le dolía mucho, y su cara sí tenía que mentir. Tenía la idea de que si lo trataba bien, si se convertía en la novia ejemplar, Javi volvería a enamorarse de ella y la culpa sería tan insoportable que le acabaría contando todo y dejaría de hacerlo. Luego, por supuesto, Lidia se haría de rogar y Javi tendría que reconquistarla, pero acabarían de nuevo siendo una pareja feliz y enamorada.

Esa era la única y resbaladiza roca de esperanza al borde de la cascada. Yo, que conocía a Javi, sabía que eso no iba a suceder así, pero era tal la tristeza y compasión que sentía por Lidia, que, y esto no me enorgullece en absoluto, jamás me atreví a decírselo por temor a causarle un daño demasiado profundo.

Javi ni si quiera se daba cuenta de que mis páginas mojadas eran una señal clara de descubrimiento, o no quería. No lo sé. Bueno, puede que si lo sepa, creo recordar que lo dijo una vez, sincerándose conmigo como nunca lo había hecho. Dijo algo como:

—Tengo la sensación de que Lidita sospecha algo. Dímelo, por favor ¿te ha cogido y te ha leído?

Yo me quedé callado largo rato. Javi pareció decepcionarse.

—Creo que lo sabe, pero no me ha dicho nada. No será capaz… joder. ¿Por qué no me dice nada si lo sabe? Ya no sé qué hacer.

Error 10: Conchi. Ha sido horrible, ni si quiera ha compensado… Ésta ya no más.

En el fondo, y por las razones que ya he dicho anteriormente, estaba ansioso porque lo descubriera de una vez. De manera que, de una forma discreta hasta un nivel que si no rozaba lo absurdo lo era,  Javi me quitó el lujoso candado dorado que venía de regalo conmigo y lo tiró a la basura, me dejaba siempre un poco sobresalido en sus estantes, o justo sobre la cama, o en el suelo del baño. A veces me ponía flores encima o cualquier cosa que llamase la atención. Cielo santo, una vez hasta me dejó abierto en la calle frente al portal.

Fue horrible.

La gente al pasar me miraba como si fuera una vulgar propaganda, un perro vino y me lamió, el frío era insoportable y mis hojas revoloteaban frenéticamente a voluntad de las ráfagas de viento. Pensé que iba a morir. Pero cuando llegó Lidia para salvarme, Javi observando tras las sombras de la ventana, no cayó en la trampa. Solo me cogió con un suspiro, como una madre agotada que recoge un trasto siempre por medio de un niño pequeño, me llevó a casa y me puso en mi sitio sin pedir explicaciones de por qué estaba en la calle.

El caso es que siempre lo hacía, Javi siempre buscaba la forma de avivar la tentación de Lidia. Ansiaba hacerla caer y pillarla en el acto, en algún acto más evidente que unas lágrimas que tampoco tenía forma de saber si eran suyas propias. Tal vez, así Javi tendría algo en lo que escudarse cuando llegase el momento que se antojaba inevitable. Porque Lidia, con el corazón cada vez más desmenuzado y las expresiones más rígidas, seguía leyendo su diario.

Error 5: Carlota la del bar.

Ha  sido una pasada. Carlota. Carlota… Solo escribir su nombre hace que me empalme otra vez. Qué maravilla. A ver cómo le enseño a Lidia algunas cositas que he aprendido con ésta sin que sospeche nada. Esto es un mal vicio. Pero madre mía. A lo mejor si Lidia me hiciera esas cosas no tendría tantas tentaciones.

No… ¡No! te estás equivocando Javi joder, tienes que…

Todos allí sabían lo que pasaba: Javi, Lidia, Querido Diario y Diario de las Mariposas, pero nadie decía nada, y mientras tanto el resto de situaciones seguían el curso normal de una feliz pareja. La roca a la que Lidia trataba de sujetarse era cada vez más grande, pero no se rendía en el amor.

Querido Diario, la noche con Lidia ha sido increíble.  Me siento desorientado porque no sé qué número debería tener… maldita sea, no me explico cómo no se ha dado cuenta. Casi me da algo cuando se quedó mirándome el culo fijamente, pensando que estaba viendo algún chupetón. Creo que no tengo ninguno, pero en todo caso ella no dijo nada. Pero joder, me doy cuenta de que la quiero mucho…  A lo mejor lo sabe, y por eso me perdona todo. Ya se acabaron las tonterías. Nunca volveré a tener una aventura. Nunca.

¡Yo estaba acorralado! No podía decir nada. No me atrevía. La pobre Lidia lo pasaba fatal, pero Javi era mi dueño, él me había confiado sus mayores secretos desde que tenía dieciocho años: como que le dan miedo los cactus, había probado el sexo homosexual, aún llora la muerte de su primera tortuga, el carnet de conducir que tiene es falso, aprobó su examen de enfermero copiando, se siente terriblemente acomplejado por tener un testículo mayor que otro, y a pesar de presumir siempre de ello en sus círculos más cultos, jamás ganó un campeonato de ajedrez en su infancia.

Error 6: Trío con Carlota la del bar y su amiga.

No tengo palabras. He cumplido la fantasía de cualquier hombre. No necesito ni escribirlo. A pesar de mi borrachera, sé que jamás olvidaré esas imágenes.

Pero mi conflicto duró muy poco. Lidia había descubierto sus “deslices” desde casi el principio. Desde que notó un primer tembleque en su voz el día siguiente de que discutieron porque, distraídamente, Lidia había llamado a Javi por el nombre de su ex. ¡Papel verjurado! ¡Qué alboroto se produjo! Y por las enciclopedias, alabo el hipersentido de las hembras humanas.

Error 7:… no me acuerdo de su nombre.

Esa misma noche, mientras Javi dormía, Lidia me leyó y rompió a llorar en silencio. Las manos le fallaron y yo caí al suelo, pues la verdad era mucho más horrible de lo que parecía.  El día en que por error llamó a Javi con el nombre de su ex no era el “error número 1” el que estaba escrito, sino el tercero. El muy cerdo la estaba engañando desde  hacía semanas. ¡Sin ningún motivo lógico posible! Vi en su cara la tentación de despertar a Javi con un sartenazo en la nariz, pero dio el sartenazo hacia dentro y empezaron a salirle lágrimas a raudales. Tuvo que irse a la cocina para que no se la escuchara.

Error 8: Lidia… Tenía que llamarse Lidia.

            Y encima era fea. Pero es que se puso tan a huevo… soy un pedazo de mierda. Sé que siempre lo digo pero catorce es la cifra de mi edad al revés, debe ser una señal. Esta es la ÚLTIMA al cien por cien. Me esforzaré al máximo por querer a Lidia.

Mientras me sujetaba entre sus manos vi cómo sobre su cabeza afloraban y se agolpaban cientos de ideas. Románticas, macabras, enloquecedoras, estúpidas, dolorosas… Cada una de estas ensoñaciones pasaba de su mente al corazón y del corazón a las entrañas en un minuto, generando un roce y una presión dolorosa en el interior de su cuerpo que no dejaba que se extinguiera el llanto.

Error 9: Estela del trabajo.

Dios, se que está mal, pero ha sido el mejor polvo de mi vida. A lo mejor también es porque esta vez no estaba borracho. Eso sí que era una buena hembra. Madre mía, estelita sí que sabe complacer a un hombre.

            En realidad… qué carajo, en realidad Estela no ha sido un err…

Se soltó de la roca.

En este punto de la lectura, Lidia me cerró de golpe y apretó sus párpados con fuerza. Como una niña pequeña que se esconde bajo la sábana, pensando que si ella no ve a los monstruos ellos no podrán verla a ella.

¡Diecinueve! ¡Diecinueve! Cómo podía haber estado tan ciega, tan estúpida. No solo se soltó de su desesperado agarre a la enorme y resbaladiza piedra, sino que como una nadadora apoyó los pies sobre ésta y empujó para hundirse en la poderosa cascada, con más miedo de la roca a la que se aferraba de lo que pudiera encontrar abajo.

Luego volvió a abrirme y con un dolor y angustia que no debería estar permitido en unas facciones tan bellas, empezó a arrancar de mí todas y cada una de las páginas escritas. No mentiré, fue doloroso. Con esas hojas manchadas de tinta se iban cientos de aventuras, secretos, grandezas y bajezas que tanto me habían fascinado esos años. Se iba el aroma del que había sido mi poseedor. Un aroma de borracho en las últimas páginas, pero un hedor familiar. Y fue la última vez que Javi escribió en mí.

Pero Lidia no tiró esas hojas oscuras, sino que dejó las páginas arrancadas entre las hojas de la mismísima Diario de las Mariposas. Pobre, que mal le sentó ser abandonada, aunque según me dijo, comprendía que Lidia necesitaba empezar una nueva vida, y reconocía que yo era mejor diario.

Yo podía saber todo esto, evidentemente, porque si algo caracteriza a un diario de excelentísima calidad, es la capacidad de poder ver y oír a través de nuestras hojas, aunque ya no estén pegadas al interior de nuestro lomo. Y yo soy de excelentísima calidad. De una edición muy limitada.

Esa noche Javi llegó tambaleándose.

— ¡Hooola! —Cerró la puerta y se quedó inmóvil en el repentino silencio del hogar. En parte para no hacer ruido, y en parte para recuperar el equilibrio—. Cariñño ¿essztás en casa?

Al ver que nadie respondía, echó a correr hacia su cuarto en mi búsqueda, lo más probable para apuntar rápidamente el desliz número veinte. Pero claro, yo no estaba allí, o al menos la parte importante de mí.

Como loco, activado repentinamente por un interruptor etílico, empezó a dar tumbos por la casa, llamándome a gritos, tirando objetos al suelo, volcando muebles, incluso rasgando las almohadas con un cuchillo. Buscándome por todas partes. Ansioso casi hasta la demencia. Reconozco que mis papeles temblaron de miedo.

—Foe —farfulló entre jadeos—. ¿Dónde eshtá el jodidddo diario?

Eso me dolió en cada fibra de mi reluciente cubierta negra. “¿Jodido diario?”. Javi había sido mi mejor amigo, indiscutible, durante años, y siempre me llamaba cariñosamente como “querido”. Pero ahora… de pronto yo también me solté de mi roca. Él había cambiado, y nunca sería la “última vez”.

Cuando finalmente cayó en la cuenta. O mejor dicho, su mente se dignó a aceptar lo que ya sabía, se quedó inmóvil. Qué curioso era. De pronto, resultaba que Javi sentía mal estar ante el pensamiento desleal de coger el Diario de las Mariposas que estaba sobre la mesa del salón, el único mueble no volcado de la casa. Estoy invadiendo su intimidad, Lidia se va a enfadar mucho si se entera, pensaba.

Cuando abrió el Diario de las Mariposas, sentí ganas de llorar. Las lágrimas de Lidia aún estaban húmedas sobre mis hojas arrancadas, y él con la mirada vacía.

—Lee desde el principio —le dije yo con la voz suave de un viejo amigo, y Javi se fue a la primera página del diario de Lidia.

Querido Diario de las Mariposas. Te llamo así porque es lo que siento al mirar a Javi a los ojos, y si te he comprado es porque me daba envidia la relación que él tenía con su Querido Diario. También te llamo así porque es lo que siento ahora mismo, pensando que esta es tan solo la primera página de muchas en las que escriba cada aventura que recorramos juntos, él y yo. Espero que…

Pasó la página.

Querido Diario de las Mariposas: Hoy Javi me ha traído una flor a casa. ¿Puedo quererle más? Cuidaré la flor para que no muera nunca, como nuestro amor. Es solo…

Pasó varias páginas de una vez.

Querido Diario de las Mariposas. Han echado a Javi del trabajo, y lo está pasando muy mal. Intento ser buena con él, pero está muy susceptible. Creo que algo ha cambiado en su mirada.

Querido Diario de las Mariposas: Bueno… no sé si debería empezar a llamarte de otra forma. Hay un olor raro. Hoy Javi ha llegado otra vez muy borracho, y no…

Querido Diario de las Mariposas, hoy he leído todo, pero bueno, solo lleva 3, a lo mejor es solo un error, o es otra cosa, espero que…

Querido Diario de las Mariposas…

Querido Diario…

Con los ojos más llorosos que dos esponjas estrujadas, fue pasando páginas sin leer, directo a la última página escrita. Ver un corazón dibujado en el primer golpe de vista hizo que se derrumbara. Se dejó caer hasta el suelo, encogido como un ermitaño, como si llevase años metido en un cuartucho diminuto, y lloró un momento antes de atreverse a continuar. Abrió el diario.

Hola Javi, si estás leyendo esto es que estás tan desesperado buscando tu Querido Diario que ni si quiera la vergüenza ha impedido que cojas el mío. Quédatelo, yo ya tengo el tuyo que me cae mejor. Es más sincero. Espero que no tengas la poca vergüenza de echarme la culpa de esto, de consolarte pensando que nunca lo hablamos cara a cara. Te saqué el tema dos veces, pero siempre te negabas a escuchar, y luego hacías como si nada. Sé un hombre en esto al menos, y acepta ese dolor. 

Ah, y por cierto, yo también tengo una lista de los tíos a los que me he follado, y he amado…

En este punto, Javi sintió un latigazo en la espalda. Lidia… el amor de su vida, le había descubierto, y se había vengado. Con el Diario de las Mariposas apenas sujeto en sus manos temblorosas, se dignó a abrir los ojos y seguir leyendo.

Error número 1 (y el último) en mi lista del corazón: Mi Javito.

Por los tiempos pasados, confío en que algún día puedas reconstruir tu destrozada vida.

Pero tú y yo no nos volveremos a ver nunca.

Ah, y por cierto, yo también tengo una lista de los tíos a los que me he follado, y he amado…

En este punto, Javi sintió un latigazo en la espalda. Lidia… el amor de su vida, le había descubierto, y se había vengado. Con el Diario de las Mariposas apenas sujeto en sus manos temblorosas, se dignó a abrir los ojos y seguir leyendo.

Error número 1 (y el último) en mi lista del corazón: Mi Javito.

Por los tiempos pasados, confío en que algún día puedas reconstruir tu destrozada vida.

Pero tú y yo no nos volveremos a ver nunca.

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