En el rincón oscuro,
roto, araña el aire
el latir sordo
del alma reducida.
“La gente muere
de sentido común”
El presente grita
al ahora dormido.
Rasgar el aliento.
Soltar.
Recorrer voraz tu cuerpo
con las yemas de los dedos.
Vivir es solo otro juego.
Los ecos en la garganta.
Todas las voces
que se agolpan en mí.
Los ecos de ayer que,
incesantes,
golpean contra mi memoria.
Romper el sentido de las horas.
los minutos se deshacen en mi boca.
“Haz que la vida arda siempre
con la llama más intensa.”
La llama,
y arder.
Perder el rumbo del mañana,
tocar su pelo
que flota bajo el agua.
Sus ojos abiertos
restan el aire.
Ella duerme con el arroyo
eterna en la corriente.
“Haz que la vida arda”,
arder siempre,
“con la llama más intensa”.